Editorial 18

sábado, agosto 01, 2009 Posted In 1 Comment »

No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, hasta que no está, hasta que nos hace falta, ya sea por una necesidad o un sentimiento, hasta que nos damos cuenta que eso nos hace falta verdaderamente.

Tendemos a dejar pasar las cosas, pensando que nada termina, que nada se pierde, que todo tiene un reemplazo o una sustitución, pero la verdad es que cada cosa es única, cada momento, cada objeto o persona tiene una carga emocional distinta, una historia única e irrepetible con nosotros.

Cuando tomamos conciencia del valor de lo que tenemos, de lo que de alguna forma nos pertenece, de eso que forma parte de nuestro momento actual y que proyectamos a un futuro, es ahí cuando las actitudes comienzan a ser más sentidas, empezamos a ver los detalles y sobre todo tenemos mayor cuidado sobre lo preciado.

Anthony Saint Exupery, dice en su Principito “no se ve sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos…” cuando los seres queridos fallecen, uno descubre aquello que la cotidianidad de tenerlos tapa, cuando perdemos un anillo, recién nos damos cuenta cuanto nos gustaba, cuando perdemos un amor, tarde nos damos cuenta la falta que nos hace o el bien que compartíamos….

Pero no es necesario llegar al extremo de no tenerlo más para reaccionar, para darnos cuenta de que eso nos importaba, porque si de alguna forma nos mantenemos cerca de esas personas, si conservamos ese regalo, si preciamos ese objeto cuando lo lucimos, ahí es cuando debemos tomar conciencia y preservar eso que es lo que nos da tanta felicidad.

Los objetos van y vienen en la vida, algunas personas también, tienen un valor simbólico si se quiere… Pero hay cosas, hay personas que el valor que tienen es superior a una significación.

Cuando uno sufre la desgracia de perder aquello que tanto valora, como es compartir su vida con las personas que ama, debe no enceguecerse ante la perdida y actuar por sobre aquello que aún está, por las otras personas que aún están para compartir y disfrutar los momentos.

En la vida nada vuelve a ser igual, por más que sea la misma fecha, el mismo lugar, las mismas personas, ya todo cambió, nada será igual, por eso es tan importante el hoy, el presente y valorarlo y agradecerlo.

Las superficialidades solo nos dejan vacíos, creer que una cosa reemplaza otra, que otra es más importante y mejor porque está más acorde a un deseo inmaduro y hasta enfermo, sólo nos genera más soledad…

Pero, cierto es que todo lo que se va, hay que saber dejarlo ir… no es fácil, pero aprender a desprenderse de las cosas también es un ejercicio. Eso no quiere decir que uno valore menos, sino que respeta las circunstancias.

Dar valor no es retener, dar valor es disfrutar de lo que es sin pensar lo que será.

Valeria Elías

1 comentarios:

George dijo...

quizá habría que hacerse la pregunta... ¿qué es lo que tenemos ahora y estamos perdiendo?, o ¿qué debemos hacer para no perderlo?
chau