Editorial 19

martes, septiembre 01, 2009 Posted In 0 Comments »

Todo pasa, por algo pasa… Según dicen, las cosas en la vida se dan por algún motivo causal, otros dicen que es una cuestión de suerte, y así se van explicando como las cosas pasan o dejan de pasar en la vida de los seres.

Aún no se define si el destino está hecho o lo vamos haciendo. Pero es evidente que de alguna forma, hay cosas que se dan en la vida que uno llega a interpretar o deducir que son por algún motivo o razón. Algunos creen en la justicia divina o el equilibrio del universo.

Por ésta razón, uno logra ciertos equilibrios emocionales. La toma de decisiones se complica en determinados momentos debido a presiones o situaciones que nos llevan a dudar sobre el futuro o las consecuencias.

Lo que sí es cierto, es que cuando uno elige está asumiendo la esencia de su ser, está forjando una experiencia y una nueva forma de pensamiento. También pasa que las cosas se dan sin que las esperemos o las provoquemos, los “imprevistos imprevisibles”, hechos que ocurren sin explicación lógica y de los cuales no tenemos ninguna forma de control o prevención.

Hay cosas que las provocamos por voluntad propia y otras que se dan simplemente. La vida es entonces, una pequeña gran aventura que nos depara sorpresas y nos brinda posibilidades de hacer y deshacer, sin perder de vista la posibilidad de que las cosas se den de forma distinta a la que esperamos. Siempre queda la posibilidad de que las cosas cambien o no.

Pueden que nos pasen cosas buenas, como también malas, como se den todo pasa, todo termina de alguna forma en algún momento… Todo tiene un fin, dice Ismael Serrano “el amor es eterno mientras dura”…

Por eso Jorge Drexler, dice “sea lo que sea, lo que tenga que ser que sea y lo que no, por su razón tendrá…” Dejando abierta la posibilidad de que las cosas fluyan, sin obviar el hacer personal.

Vamos haciendo y deshaciendo, nos van haciendo y deshaciendo la vida y la muerte. Lo importante no es tener el control de todo, sino aprender a asumir y aceptar las cosas que acontecen cotidianamente, que no siempre son buenas.

Hacerse cargo de los propios errores, de las decisiones apresuradas, no pensadas, inmaduras, impulsivas y hasta caprichosas, no es fácil, pero es una gran lección que nos hace crecer y aprender más sobre nosotros mismos y nuestro entorno.

Reconocernos en los aciertos es lo más sencillo, pero no siempre es suficiente. Sentir la plenitud de la decisión correcta, debe ir acompañada de acciones devolutivas hacia el placer obtenido.

“Yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui, allá dios que será divino, yo me muero como viví.” Canta Silvio Rodríguez, invitándonos a vivir intensamente la vida con sus aciertos y desaciertos, con la conciencia de que nuestro obrar es acorde a nuestros principios y valores… El destino, el destino es aquello que nos depara o tal vez no…

Valeria Elías

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