Editorial 27

viernes, septiembre 03, 2010 Posted In 1 Comment »
“Prefiero ser dueño de mis silencios que esclavo de mis palabras”. ¿Qué es el silencio? Algunos dicen que es la ausencia del sonido, otros de la palabra, pero el silencio es la ausencia total del todo, es la nada romántica y asesina, la expresión máxima del “no hay”.
La utilidad del silencio es variable, a veces es la mejor respuesta, otras es la peor de todas. Como estrategia es importante de aprender lo que no quiere decir que siempre sea efectiva. Decir sin decir, decir diciendo son formas de alterar entre el silencio y la verdad; mostrar ocultando es una forma de silencio que afecta socialmente, el ejemplo más claro se ve en los medios de comunicación, en las encuestas, como así también en algunas relaciones interpersonales.
El resulto o la respuesta de todo esto, muchas de las veces es la esperada, desde desligarse de cuestiones, personas o situaciones hasta tomar responsabilidades mayores, como cambiar la opinión de ciertas personas. El silencio muchas de las veces puede generar situaciones de confianza-desconfianza acorde a como se decodifique su uso, o el uso adecuado del mismo.
Hay muchas personas que temen al silencio, es una suerte de pánico por experiencias negativas o porque jamás experimentaron el beneficio de esa nada. Es una cuestión de osadía superar cualquier tipo de silencio, así como es una virtud disfrutar de este o saber hacerlo. Todo es una cuestión de voluntad o actitud.   
Muchas de las veces es el silencio el recurso mejor utilizado para reflexiones profundas que llevan al conocimiento de uno mismo, y a una mayor interpretación de la realidad. Como así también es el escape necesario de un músico, de un poeta o de todo aquel que trabaja con sonidos o que piensa o analiza muchas situaciones o personas. Entonces, a veces, el silencio es una bendición.
También, es interpretado el silencio como indiferencia, las más de las veces lo es, de forma consciente o inconsciente, es la respuesta que damos o que se nos da. El silencio es dar lugar a otras cosas sin involucrarnos con lo que hay, con lo que pasa. Resulta ser inteligente este recurso para determinadas situaciones ya sea laborales, estudiantiles o netamente psicológicas.
 El silencio de mí, es a veces tan necesario, como es el silencio de los demás. Apagarse uno mismo, enajenarse, aislarse y descansar, como tener el silencio de los otros, que se consigue también, escapando de ellos.
Hay tantos silencios, y tantas formas de silencio, hay tanta verdad en un silencio, como tanta mentira, que uno muchas de las veces duda de esta fuerza, que puede cambiar el curso de la vida.
“Si se callase el ruido oirías la lluvia caer” dice Ismael Serrano en uno de sus temas… Hay muchas formas de interpretar el silencio, pero hay sólo una única forma de silencio efectivo.
El silencio del amor, es lo único que puede verdaderamente destruir la vida misma.

                                                   Valeria Elías

1 comentarios:

Lidia M. Domes dijo...

Si tu silencio está cargado de presencia... puede ser una buena compañía... a veces una persona necesita ser escuchada, ni consolada ni reprendida, sólo escuchada... en ese caso una escucha atenta puede ser lo mejor...

Un abrazo!