domingo, marzo 09, 2008 0 Comments »

Diariamente los seres humanos debemos tomar decisiones que pueden llegar a ser trascendentes en nuestra vida. Tomar decisiones no es fácil y requiere de toda nuestra capacidad, conocimiento y experiencia.

Según nos dice la teoría de la vida, equivocarse es la forma de aprender sobre lo que uno es y sobre lo que los demás son.

El miedo es un factor común en estos tiempos, nos paraliza, nos obsesiona, obliga a que nos ocultemos o a que neguemos, lo que pensamos, lo que sentimos, la verdad de nuestro ser. Claro está que no es que todos seamos concientes del poder que el pánico ejerce sobre nuestras decisiones diarias.

A quien le resulta sencillo reconocer que siente dudas, más aún reconocer que siente pánico ante ciertas situaciones. Nos gusta mostrarnos como seres autosuficientes, casi omnipotentes, perfectos y queribles.

Por miedo, llegamos a decir o hacer cosas de las cuales, después, nos arrepentimos, lastimamos personas por encontrarnos en situaciones en las que nos sentimos en tela de juicio y no es así. Estamos bombardeados por los medios con imágenes e ideas de que debemos ser y actuar de determinada manera, si así no lo hiciere el resto de la sociedad lo destierre.

Tendemos a ocultar y mentir por pánico, una sensación emocional que nos llena de angustia y desesperación. Nos sentimos amenazados por la nada y terminamos siendo esa nada, perdiendo nuestro verdadero yo. A nadie le gusta ser juzgado.

Solemos actuar extraños cuando sentimos temor, nada nos amenaza pero nos protegemos y defendemos de esas amenazas. ¿Pero que alguien nos ame, es una amenaza? Acaso todo es juicio o prejuicio? Acaso tomar una decisión personal es cuestión social y compartida? Debemos hacer públicas nuestras intimidades para no quedar fuera? O debemos vivir bajo esas amenazas inexistentes, de ser descubiertos como la persona que somos en realidad?

Marcamos distancias por miedo, nos alejamos de seres queridos, de posibilidades, nos aislamos por miedo al fracaso, al juicio, a la verdad. Acaso la vida se limita sólo a eso? Cuanto más lejos estemos mejor para todos? Desarrollamos los miedos a partir de la infancia? Acaso en el transcurso de la vida estas cuestiones van aflorando de nuestros recuerdos más primarios?

Si bien, la falta de coraje, valentía y audacia es algo común en un mundo que gira pero va más rápido que cuando lo hace. Estamos aturdidos y llenos de información, no toda importante, somos atormentados y atosigados con parcialidades de la realidad, estamos amenazados por situaciones y momentos inexistentes.

Llegamos a no creer en nosotros ni en nadie más. Dejamos de hacer nuestras cosas.

Las personas con pánico sufren de falta de seguridad, carencias de habilidades sociales (a veces causadas por un hecho que bloquea esa habilidad), sensibilidad extrema, carencias de afecto y estabilidad. Por lo general, muchas personas tienen las habilidades intelectuales de la compresión e interpretación desarrolladas, lo que los lleva a un estado de obsesión compulsión por sentirse superados por la situación.

Pero la pregunta más latente en mi cabeza, en este preciso momento es, ¿quién tiene el poder sobre mi vida? Quiero creer que yo, por eso mismo me animé a escribir sobre este tema, porque creo que es una buena forma de ayudar con el ejemplo.

Todos tenemos derecho a probar y equivocarnos, el que esté libre de dudas, que arroje la primera piedra…

Valeria Elías.


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